Innovación educativa


Nuevas tendencias en educación: 
la pedagogía sistémica y la innovación educativa

Es bien sabido que la escuela es un espacio donde interactúan y se relacionan varios protagonistas (estudiantes, padres de familia, docentes, directivos, vigilantes, aseadores y miembros del sector productivo, entre otros) y escenarios contextuales (familia, comunidad, región). Pero, aunque se espera que todas esas fuerzas sean dinámicas y aporten, desde sus roles y posibilidades, a la verdadera formación integral de los individuos, parece que los resultados esperados no son alcanzados en todos los casos. En este documento se presentan dos propuestas vigentes que, de acuerdo a sus fundamentos teóricos y lógicos podrían ayudar a mejorar los procesos que se dan dentro de las instituciones educativas.
La primera tiene que ver con una visión sistémica de la pedagogía. Para comenzar, veamos lo que Traveset (2007) nos dice sobre los sistemas. Para él “un sistema se define como el conjunto de elementos en interacción entre ellos y de forma conjunta con el entorno. Cada elemento se puede estudiar de manera aislada, pero solo adquiere significado en la medida que es considerado parte integrante de un todo” (p. 18). De acuerdo con esta definición, cualquier estudio que hagamos de un elemento aislado es parcial, y es recomendable ver cualquier elemento como un sistema que, al mismo tiempo, forma parte de otro sistema mayor.
En la cotidianidad de las escuelas públicas y privadas se dan permanentemente situaciones problémicas que requieren de una solución pronta y adecuada, pero muchas veces pretendemos encontrar la respuesta atacando el factor o aspecto que genera tal situación, olvidándonos que está inmersa dentro de un marco mayor. Una revisión documental no exhaustiva nos condujo a una tendencia que va tomando cada vez más fuerza, principalmente en la península ibérica: la pedagogía sistémica.
La Pedagogía Sistémica, considerada por algunos como un nuevo paradigma educativo, se apoya en:
Considerar a los alumnos como parte de un sistema interrelacionado (cualquier elemento disfuncional, puede afectar al resto de elementos). Los niños manifiestan lo que los padres no asumen, lo que está en el ambiente pero no se dice, los pequeños lo captan y lo manifiestan.
Entiende que los hijos son profundamente leales al sistema al que pertenecen y esa lealtad constituye un impulso mucho más fuerte que cualquier propuesta que venga del exterior, constituyéndose en un freno o en una motivación en la adquisición de conocimientos.                                                                                  
Al tener en cuenta este profundo vínculo que los niños tienen con ambos padres, les  incorpora  como protagonistas indiscutibles de la educación. Conviertiendo la interrelación entre escuela y familia  en una característica fundamental de esta nueva mirada pedagógica. (Maita, sf, p. 1).

La otra tendencia en escenarios académicos que cada vez gana más espacio es la relacionada con la innovación educativa, a la cual dedicaré las siguientes líneas. Una definición completa de este concepto es la proporcionada por Carbonell (2005), quien dice que es:
“(un) conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas educativas vigentes. La innovación no es una actividad puntual sino un proceso, un largo viaje o trayecto que se detiene a contemplar la vida en las aulas, la organización de los centros, la dinámica de la comunidad educativa y la cultura profesional del profesorado. Su propósito es alterar la realidad vigente, modificando concepciones y actitudes, alterando métodos e intervenciones y mejorando o transformando, según los casos, los procesos de enseñanza y aprendizaje. La innovación, por tanto, va asociada al cambio y tiene un componente – explícito u oculto - ideológico, cognitivo, ético y afectivo. Porque la innovación apela a la subjetividad del sujeto y al desarrollo de su individualidad, así como a las relaciones teoría - práctica inherentes al acto educativo.” (pp. 11 - 12).
Por otro lado, Rimari (sf) nos dice que si bien el principal objetivo de los procesos de innovación es mejorar la calidad de la educación, también es cierto que tiene otros objetivos como los siguientes:
Promover actitudes positivas en toda la comunidad educativa en función de un comportamiento permanente, abierto a la necesidad del cambio y sus implicaciones, a la adecuación del currículo y a las necesidades e intereses de los alumnos y alumnas.
Crear espacios y mecanismos en las instituciones educativas para identificar, valorar, sistematizar, normalizar, aplicar y difundir las experiencias novedosas que contribuyan a la solución de problemas educativos que estén afectando la calidad de los aprendizajes de los estudiantes.
Animar el desarrollo de propuestas educativas válidas que respondan a la realidad de nuestro país y que rescaten la creatividad, la riqueza humana y los recursos naturales y culturales que provee nuestro medio.
Promover transformaciones curriculares flexibles, creativas y participativas, acordes con las necesidades de los sujetos y de su comunidad, procurando una educación de calidad y de aprendizajes significativos.
Implementar la aplicación de teorías, procesos, métodos y técnicas administrativas y docentes reconocidamente válidos, congruentes con las necesidades de la institución y de la comunidad, en su propósito de buscar una mejor calidad de la educación.
Estimular la investigación como un elemento cotidiano determinante de la formación profesional continua de los y las docentes a partir de su propia práctica educativa.
Recuperar y sistematizar experiencia s del personal docente, directivo, asesor y supervisor.
Compartir y transferir a otras escuelas y docentes las experiencias educativas innovadoras para ampliar y generalizar la experiencia.
Crear condiciones permanentes para que las experiencias innovadoras se conviertan en una práctica institucionalizada, es decir, en cultural organizacional.
En términos generales la innovación educativa debe introducir novedades que mejoren el proceso formativo, pero siempre se espera que sea a un costo razonable. La incorporación de las TIC podría producir esa innovación educativa, pero la innovación no es necesariamente basada en tecnología.
Hemos visto entonces dos formas de hacer del proceso educativo una práctica más eficiente. Incluso se puede hablar de combinación de estas estrategias. Lo importante es que los docentes se tracen metas claras y propongan mecanismos con los que se logren los resultados esperados.



Referencias
Carbonell, J. (2005). El profesorado y la innovación educativa. En: Cañal de León, P. La innovación educativa. Madrid: Akal.
Maita (sf). ¿Qué es la pedagogía sistémica? Recuperado el 14 de marzo de 2013 desde http://www.maita.es/pedagogia-sistemica/que-es-la-pedagogia-sistemica/
Rimari, W. (sf). La Innovación Educativa, instrumento de desarrollo. Recuperado el 12 de marzo de 2013 desde http://www.uaa.mx/direcciones/dgdp/defaa/descargas/innovacion_educativa_octubre.pdf
Traveset, M. (2007). La pedagogía sistémica: Fundamentos y práctica. Barcelona: Graó.

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